http://www.youtube.com/watch?v=R5kuA5jcvvE
Subido por pelutimel el 08/11/2011
Miquel Gallardo presentó su montaje de títeres "Diagnóstico: Hamlet" en la última edición de Titirimundi, en Valladolid y Segovia. Puedes leer la crítica de teatro publicada hoy 23 de mayo en ABC (CyL): "Encerrado" (ABC)
Subido por pelutimel el 08/11/2011
Miquel Gallardo presentó su montaje de títeres "Diagnóstico: Hamlet" en la última edición de Titirimundi, en Valladolid y Segovia. Puedes leer la crítica de teatro publicada hoy 23 de mayo en ABC (CyL): "Encerrado" (ABC)
“Diagnóstico: Hamlet” de Miquel Gallardo.
Compañía: Pelmanec Teatre.
Dirección: María Castillo. Intérprete: Miquel Gallardo. TITIRIMUNDI.
Sala Concha Velasco. LAVA. Valladolid.
Julia Amezúa
Después
de “Don Juan. Memoria amarga de mí”, Miquel Gallardo recurre en “Diagnóstico:
Hamlet”, presentado en Titirimundi 2012 en Valladolid y Segovia, a otro gigante
de la literatura dramática universal. Todo es claustrofóbico y perturbador en
el universo mental de Max Flaubert, un joven encerrado en la celda de un
psiquiátrico, atormentado por traumas del pasado: la atracción sexual y el
resentimiento hacia su madre, que evoca a la reina Gertrud de Dinamarca, la
muerte repentina de su padre y la boda inmediata de la madre con el tío, que
desencadenan en Max la duda y la sospecha de la traición. Pues los fantasmas
del pasado irrumpen en el espacio reducido de la celda y el joven no tiene más
remedio que esconderse dentro de un armario. Estas pesadillas que le persiguen de
modo obsesivo son las marionetas de tamaño humano que representan a su madre o
a su novia Ofelia o las imágenes proyectadas en pantalla, que recuperan fragmentos del texto de Shakespeare
y reflejan el espectro del padre que clama venganza.
Asistimos,
pues, a la ruptura y fragmentación psíquica de Max Flaubert, que en busca de su identidad perdida,
se desdobla en el príncipe Hamlet y en el psicólogo que le trata. Porque los
traumas del pasado sin resolver, la duda existencial, el sentimiento de
culpabilidad, se han apoderado de su cerebro con violencia y han abocado a Max
a la locura y al aislamiento. En este sentido, se presenta muy bien el
encerramiento físico y psíquico del personaje, que se refugia en el armario de
la celda sobria, un espacio estrecho y completamente cerrado al contacto con el
exterior. A su vez, su angustia y el desequilibrio mental se reflejan en el
discurso compulsivo y desestructurado que mantiene Max con su doble. Gallardo
arriesga, pues, con un montaje crudo y lo resuelve con habilidad, mediante la
integración de las imágenes proyectadas en pantalla y el manejo con destreza y
energía de las tres marionetas de tamaño humano, a las que dota de personalidad
propia, con movimientos y voces diferentes.
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