Subido por teatroabadia el 11/10/2011
OBRA: "Juicio a una zorra". AUTORÍA Y DIRECCIÓN de Miguel del Arco. INTÉRPRETE: Carmen Machi. TEATRO CALDERÓN. CRÍTICA PUBLICADA EN ABC, MEMORIA Y PALABRA
J. Amezúa
Miguel del Arco
bebe en diversas fuentes sobre el mito de Helena de Troya (Homero, poemas del
ciclo épico, Eurípides, etc.) para crear este texto cargado de referencias
mitológicas (se ha colado una alusión gratuita al Dios cristiano) y dar voz a
la mujer más bella del mundo. Helena de Esparta y de Troya toma la palabra, ese
“poderoso soberano”, al decir de Gorgias de Leontino, para ajustar cuentas con
Zeus, pues ¿qué le queda a una mujer cuya vida ha sido atropellada y devastada
y cuyos actos han sido condenados, sino reivindicarse mediante la memoria y la
palabra? Durante una hora asistimos a un monólogo en el que los recuerdos salen
de su boca, empujados por la pócima egipcia que bebe con el vino y por la
necesidad de liberar su dolor. En el recorrido de su vida, desde su nacimiento
hasta la guerra de Troya, Helena denuncia las tropelías de dioses y héroes: su
padre Zeus se metamorfosea en cisne para seducir a su madre Leda; un maduro
Teseo abusa de la niña Helena; su marido Menelao se muestra primitivo y brutal;
Agamenón, sin escrúpulos, sacrifica a su hija Ifigenia, y por doquier Helena es
mirada con codicia y deseo. Tampoco se salva Paris, su gran amor, pues pierde
el interés por ella con la guerra, y solo queda en buen lugar su cuñado Héctor,
a quien admira. En su defensa, Helena justifica los motivos por los que
abandonó marido e hija, desvela las causas que provocaron la guerra y denuncia
los intereses de quienes escriben la historia.
El montaje
lleva el sello de la dirección de
Miguel del Arco, con el cuidado de la escenografía en fondos oscuros y rojos,
el protagonismo de la iluminación y de la música, con temas de “La bella
Helena” de Offenbach. La mesa alargada con copas y botellas de vino sirve con
eficacia al juego escénico de la actriz. Vestida de rojo y con melena
rubia, Carmen Machi muestra con habilidad
los contrastes emocionales de esta Helena marchita, creciéndose a medida que
ahonda en las múltiples heridas del personaje y que va cambiando de registro,
saltando del dolor a la broma. Así
lo apreció el público con largos aplausos.