Hoy aparece publicada la crítica de teatro en ABC (CyL), p. 61, sobre el último espectáculo de la compañía burgalesa Cal y Canto: "Zero. El examen continúa". Puedes leerla a continuación: "Educación y teatro": enlace directo
“Zero. El examen continúa” de
Marcos Castro. Dirección: M. Castro. Compañía: Cal y Canto Teatro. Intérpretes:
Fran de Benito, Ana Ortega, Fernando Ballesteros, Alicia Benito. Feria de
Teatro de Castilla y León. Espacio Afecir. Ciudad Rodrigo.
Julia Amezúa
El
tema de la educación, ampliamente tratado en cine y en literatura, está
pidiendo desde hace tiempo salir a escena; por fortuna en los últimos años van
apareciendo montajes que exploran la realidad educativa desde ángulos y tonos
diferentes. El humor preside “Los chicos de historia”, la comedia de Alan
Bennett que llevó a escena José Mª Pou y recientemente Eduardo Galán ha
abordado de modo divertido en “Historia de 2”, las relaciones entre un tutor y la madre de un alumno. Otros trabajos
apuestan por la denuncia social, como “El enemigo de la clase” de N. Williams o
“20 de noviembre” de L. Norén, magnífico montaje de Rayuela Producciones sobre
violencia social y asesinos escolares, también presente en la Feria.
Por
su parte, la compañía burgalesa Cal y Canto opta por el humor y la sencillez en
la historia de Ismael, que cursa 4º de diversificación con otros dos chicos y
que, bloqueado por su hiperactividad, es incapaz de recordar, perdido en la
desmemoria como su abuela con Alzheimer. Catalogado como un “zero” por el
sistema, sin embargo logra escribir un diario y se apasiona por la música. Su
historia, la de Judith y el Gordi,
no es distinta de la de muchos adolescentes y cabe preguntarse qué está
sucediendo. En este sentido, en el texto se apuntan cuestiones de interés, pero
se echa de menos que se desarrollen (se concede mucho espacio a las fantasías
de la abuela) y se profundice en ellas: la soledad de la madre y la ausencia
del padre, la educación de los alumnos fuera del aula, el peso negativo de la
escolaridad anterior en Ismael, la falta de respeto hacia los profesores y el
malestar de estos, los mecanismos de defensa de los alumnos conflictivos, la
crisis del profesor nuevo, la burocratización del sistema educativo. El ritmo
se mantiene en la puesta en escena durante 75 minutos, con una escenografía que
se apoya en proyección de imágenes, en la música y en objetos que se mueven
para crear los espacios de la clase, la casa, la calle y la discoteca. Los cuatro actores son creíbles, resuelven sus papeles y se
desdoblan con rapidez. Teatro lleno y aplausos.
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