Planeta LiTeatrura

A principios de 2011, a orillas del río Cega, nació el Planeta LiTeatrura, un espacio que se nutre de mi experiencia docente, de mi labor como divulgadora de la cultura en distintos medios y de mi pasión por la literatura y el teatro. Si decides entrar en este planeta y notas que te falta el aire, no te apures y ponte en contacto de inmediato con alguno de sus habitantes. ¡Suerte!


sábado, 24 de marzo de 2012

DE RATONES Y HOMBRES

   Hace unos días pasó por Valladolid el nuevo montaje de Miguel del Arco, basado en la novela "De ratones y hombres" de John Steinbeck. Puedes leer la crítica publicada en ABC (CyL) el 21 de marzo de 2012: Matar los sueños
     No dejes de ver el montaje si tienes oportunidad o de leer la novela. 
Matar los sueños
 “De ratones y hombres” de John Steinbeck. Versión y adaptación: Juan Caño y Miguel del Arco. Dirección: Miguel del Arco. Intérpretes: Fernando Cayo, Roberto Álamo, Irene Escolar, Antonio Canal, entre otros. Teatro Calderón. Valladolid.
Julia Amezúa
John Steinbeck (1902-1968) publica su novela “De ratones y hombres” (1936) en los años de la Gran Depresión, época no ajena a la nuestra con la crisis, el trabajo precario, el paro y el endeudamiento de muchos que perdían sus casas. En ese ambiente, George y Lennie llegan al rancho Tyler para cargar sacos de cebada y ahorrar para comprar su tierra y vivir felices. Su amistad sorprende en un lugar donde nadie cuida del otro y donde se margina a quien no produce, al negro o a la mujer.  Este rancho sureño es, pues, un agujero, donde el hombre apenas respira, explotado por un trabajo que lo arranca de sí mismo. En un espacio como este, no es indiferente tener sueños o no y compartirlos con alguien, sino cuestión de vida y muerte, como resalta el montaje. Si George y Lennie (discapacitado mental) no son como los otros, que se aferran a lo malo conocido, embrutecidos por un trabajo brutal que les permite ganar un sueldo miserable que gastan en bebidas y prostitutas, es porque tienen sueños (quieren su casa, su tierra, sus conejos, ser libres). Y los sueños, como nos sucede a nosotros, les mantienen esperanzados y vivos. Pero el rancho, que debían haber abandonado, es un lugar infecto (el título de la obra lo indica ya) y la tragedia irrumpe cuando Lennie, incapaz de controlar su fuerza, mata sin querer a la mujer del patrón, otra criatura desnortada.
Miguel del Arco logra otro montaje que emociona al público, con una puesta en escena de dos horas llena de energía, frescura y fuerza, mediante una escenografía realista con una plataforma movida por los actores para crear los espacios de los matorrales, el barracón, el cuarto del negro, el pajar. En el rancho, la vida pasa mortecina, como la luz de la escena, y tediosa (el polvo, la paja, la neblina y los ocres dominan). Hay un gran trabajo de los actores y en especial de Fernando Cayo como George, con variados registros, y de Roberto Álamo, cuyos gestos, cuerpo, voz, risas y obsesiones muestran al sensible Lennie, un cerebro sin desarrollar en un cuerpo enorme. Muchos aplausos. 

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