Cartel de Fàcyl en la fachada del Teatro Liceo (Salamanca) |
Publicado hoy en ABC (CyL): http://www.abc.es/20110612/comunidad-castillaleon/abcp-fiesta-escenario-20110612.html
"Fiesta en el escenario"
“The Thrill of it All”. Compañía: Forced Entertainment. Dirección: Tim Etchells. Intérpretes: Richard Lowdon, Terry O’ Connor, Tom Conway, Claire Marshall, Cathy Naden, entre otros. FÁCYL. Teatro Liceo. Salamanca.
Julia Amezúa
Nueve actores británicos preparan una fiesta en el escenario, entre palmeras, un perchero con ropa, alfombras y un sofá e invitan a su público, para que sea feliz. Durante un tiempo, bailan como posesos música lounge japonesa; ellas, cuatro mujeres, visten de corto, con botas rojas y pelucas rubias; ellos, cinco hombres, van de chaqueta blanca, camisa roja y pantalón negro, con pelucas negras despeinadas. Los primeros minutos se mueven hasta agotarse; después, una artista se sienta en el sofá y habla con voz chillona, distorsionada por el micrófono (todas las voces lo están; las de ellos suenan cavernosas y sentimentales; las de ellas, agudas y cortadas): “esta noche va a ser como unos fuegos artificiales; estamos todos invitados a esta fiesta”.
El coaching empieza en escena cuando cada intérprete se dirige al público y le cuenta sus historias: así invitan a fijarse en las cosas bellas, a viajar a lugares fantásticos, a imaginar la vida de modo divertido, como si saliera limonada del grifo o viéramos a diario el arco iris; uno de los artistas inventa historias de cosas pequeñas, en busca de las emociones del espectador, pero el hecho de no conseguirlo, porque otros le interrumpen, frustra su espectáculo. Otro declara su amor a la mujer de la butaca 12, pero no está seguro de que sea la de la 13 y un tercero revela su depresión; algunos bailan, pero otros se enredan con los cables, se persiguen y pelean. Por lo que el caos y los desequilibrios hacen mella en esta fiesta loca de la compañía británica.
El resultado es un collage de casi dos horas de música, baile y sobre todo de diálogos muy divertidos, en los que no faltan el absurdo, las exageraciones, los contrastes y las sorpresas, con humor negro. Sobran repeticiones y bromas tópicas y hay escenas de baile demasiado largas, pero el saldo es positivo: el espectáculo transmite alegría de vivir y la necesidad de seguir actuando, a pesar de los fallos y de la frustración, inevitables en el teatro y en la vida; el público disfruta y aplaude mucho.
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