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Del 11 al 13 de febrero, Atalaya Teatro representó en el Calderón su montaje de "Ricardo III", el mismo que en julio se vio en el Festival de Teatro Clásico de Olmedo. Si tienes más de 16 años y oportunidad de verlo, no lo dudes. Para saber más, lee la crítica publicada en ABC (Castilla y León), 20-II-2011:
"Aprendamos de Shakespeare"
“Ricardo III” de Shakespeare. Compañía: Atalaya. Dirección y adaptación: Ricardo Iniesta. Intérpretes: Jerónimo
Arenal, Carmen Gallardo, Joaquín Galán, Silvia Garzón, Manuel Asensio, Raúl Vera, María Sanz, Nazario Díaz, A. Casado/ L. Mauduit. Teatro Calderón. Valladolid.
Julia Amezúa
Han pasado cuatro siglos y Shakespeare sigue teniendo mucho que decir; y si no, que se lo pregunten a quienes vieron este «Ricardo III» pegados a la butaca absorbiendo cada palabra. Pues de eso se trata: de que no pasemos el tiempo en el teatro mirando el reloj y de que al acabar el espectáculo salgamos más llenos y despiertos. Y todo, porque Shakespeare no es un autor frívolo: él sí sabe profundizar en temas que interesan al ser humano de todos los tiempos y sí sabe crear personajes de rica psicología que nos iluminan. Porque hay que ver lo próximo que resulta este Ricardo, que ambiciona el poder con todo su ser y que mata a quien se interpone. Y hay que ver, qué actual suena su lengua de sirena, con la que seduce, compra favores, corrompe y hace que los demás olviden su aspecto repulsivo y su historial de maldades.
Iniesta (el Ricardo director) bebe del clásico y no sin arriesgar, pues acorta bastante el texto (de 30.000 palabras que darían para cuatro horas pasa a 10.000 en hora y media), y no sin consecuencias, pues nos perdemos al principio en la maraña de muertes de poderosos y la mayoría de personajes están solo esbozados. Pero dicho esto, su puesta en escena es brillante, bien elaborada y rica en estéticas (esperpento, crueldad, sueño onírico, absurdo, distanciamiento); su montaje transmite frescura y comunica que las motivaciones oscuras del podrido Ricardo y sus terribles efectos en su alma y en su entorno siguen siendo actuales. Bastan para ello, unas picas móviles con las que los actores crean tronos, tumbas, lanzas, espejos; una iluminación clave que matiza la psicología de los personajes que se mueven en claroscuros y sombras y una banda sonora que sugiere pasiones. Los actores responden al ritmo intenso, con energía y un trabajo gestual y corporal rico en matices; además, dicen el verso con claridad, algo no frecuente con los clásicos en nuestros escenarios. Jerónimo Arenal encarna un Ricardo grotesco, irónico y malvado (vemos el reptil). Éxito y largos aplausos.
Más recursos: puedes encontrar diversos videos sobre este montaje y otros de Atalaya en esta página:
http://www.atalaya-tnt.com/index.php?id=196
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